domingo, 7 de noviembre de 2010

La ciencia en la sociedad y para la sociedad.

Ciencia_TodosHace algunos años Alfredo Pérez Rubalcaba, actual Vicepresidente 1º, que entonces estaba en la oposición, decía: “En España lo que hay es una falta de debate social entorno a la ciencia. No lo ha habido nunca. Hoy con el nuevo “Proyecto de Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación” tramitándose en el Parlamento podríamos decir que su afirmación sigue teniendo vigencia, aunque ha habido algunos momentos en los que parecía que ese debate social se iba a producir.
La declaración de Budapest “sobre la Ciencia y el uso del saber científico”, plenamente vigente, nos recuerda en su preámbulo que “el saber científico ha dado lugar a notables innovaciones sumamente beneficiosas para la humanidad” y apuesta por “el fortalecimiento del papel de la ciencia en pro de un mundo más equitativo, próspero y sostenible” que “requiere un compromiso a largo plazo de todas las partes interesadas, sean del sector público o privado, aumentando las inversiones, revisando en consecuencia las prioridades en materia de inversión y compartiendo el saber científico”
La citada declaración proclama que la ciencia debe estar al servicio del conocimiento y el conocimiento al servicio del progreso; la ciencia debe estar al servicio de la paz; la ciencia debe estar al servicio del desarrollo económico, social, cultural y ambiental racional; la ciencia en la sociedad y para la sociedad.
En España, a pesar de los avances producidos en los últimos años, seguimos teniendo importantes desequilibrios e ineficiencias en el Sistema de Ciencia y Tecnología que debemos corregir para converger con los países de nuestro entorno y para contribuir al necesario cambio modelo productivo.
En mi opinión, el contenido del actual proyecto de ley de la ciencia es insatisfactorio. A la falta de acuerdo sobre las condiciones de empleo en el sector de investigación en la Administraciones Públicas, se unen las modificaciones incorporadas por la reciente reforma del mercado de trabajo que empeora lo recogido en el proyecto de Ley de Ciencia y es una clara opción por seguir precarizando el mercado de trabajo en el ámbito de la investigación.
Una vez que se apruebe la ley podremos comprobar si se resuelve la insuficiente coordinación entre las políticas científicas y de innovación de las diversas comunidades autónomas que ponen de manifiesto la creciente fragmentación en recursos y objetivos del sistema nacional.
La práctica totalidad de las comunidades autónomas dispone en la actualidad de políticas propias de investigación. Políticas que se caracterizan por carecer de vínculos formales con las actuaciones nacionales, más allá de las que de manera unilateral hayan querido incorporar las administraciones regionales. La cooperación interregional es uno de los retos pendientes.
Otro de los problemas pendiente afecta a las personas (científicos, técnicos y gestores) que trabajan en el sector público de Investigación y Desarrollo. Por ejemplo, en las universidades el personal de apoyo a la investigación es claramente insuficiente y su precariedad es inaceptable. Marius Rubiralta recogía este problema en un artículo que publicó antes de acceder al puesto que ocupa y llegaba a decir que: “...se ha abusado en la universidad española del recurso del colectivo de becarios predoctorales, los cuales han ejercido en muchos casos actividades de apoyo en los laboratorios por encima de lo aconsejable para su formación.”
Tenemos mucho trabajo por delante, quizá la Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación resuelva alguno de los problemas citados, pero deberemos seguir proponiendo y exigiendo que la ciencia en nuestro país contribuya a la consecución de una sociedad basada en el conocimiento, respetuosa con el medio ambiente, ecológicamente sostenible y socialmente justa.

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